Sobre mí
Soy una persona risueña, me encanta imaginar mil opciones, mil posibilidades, soy alegre, paciente y cercana. Por otra parte, también soy muy responsable, seria, crítica y autocrítica, por supuesto.
Quizá sea un poco desagradable mencionar la pandemia de nuevo en esta entrada, pero es que es así: en mi cumpleaños de 2017, mi madre me regaló la máquina de coser (eléctrica) de su familia. Empecé haciendo unos pocos proyectos, pero muy espaciados en el tiempo. Me faltaban ideas y seguridad a la hora de coser.
Llegó la pandemia y con ella el confinamiento, y por tanto, mucho tiempo en casa. Empecé a coser más y más, pero siempre eran proyectos con costuras rectas, y de tamaños pequeños (posavasos, cojines, individuales y caminos de mesa) y grandes (funda para el sofá, cortinas con ollaos, fundas de nórdicos).
Llegó un momento en el que, mi ahora marido, me animó a coser ropa. Me dijo que empezara con algo básico, como una camiseta. Así que le hice caso y surgieron las ca.DIX.SEPT.as. ¡¡Ya me había lanzado con las costuras curvas!! Solo quedaba seguir haciendo más prendas, seguir probando.
Unos meses después, comenzaba un curso de pastelería y repostería (mi otra gran afición). Era obligatorio llevar uniforme de cocina y pensé ¿y si me lo hago yo? Tenía muy presente la fecha de comienzo del curso por si no conseguía coserlo y tenía que comprarme uno… ¡¡pero no fue así!! Terminé mi chaquetilla y quedé enormemente satisfecha.
Se acercaba el invierno y empecé a hacer pijamas en tejido coralina, podría decir que dormir es mi tercera gran afición, bueno, seguramente esté empatada con comer…¡¡dulces!! Hice pijamas tanto para mí (los primeros de «prueba») como para regalar a la familia por sus cumpleaños.
Hablando de cumpleaños, soy una loca de mi cumpleaños. Eso es lo que significa dix-sept dix… mi cumpleaños es el 17 de octubre, no sé explicarlo, pero para mí es maravilla pura. Y el hecho de escribirlo en francés es porque también tengo esa nacionalidad aparte de la española.
Más tarde descubrí en Instagram un proyecto de costura que son las <fresitas>, unas bolsas de tela que se recogen en una esquina de la misma, y que recogidas tienen forma de fresita. Me pareció un proyecto precioso y práctico, así que compré varios estampados diferentes para satisfacer muchos gustos.
En cuanto a la ropa, hay veces, cada vez más, que no me convence al 100 % lo que veo en las tiendas, así que eso me animó a seguir cosiéndome ropa. Sin embargo, hubo una blazer que me compré, precisamente en Francia, visitando a mi familia, que me encantó. La vi fácil de reproducir, así que me la hice en neopreno granate… De nuevo estaba encantada con el resultado y por ver que me seguía lanzando con prendas…
Con ese mismo tejido, combinándolo con el color gris, me hice un vestido… me encantan los vestidos, son mi prenda favorita.
Se acercaba el nacimiento de mi sobrina Lara y tenía muy claro que la pequeña iba a recibir regalitos costuriles de parte de su tita: capa, babero, muselinas, chupeteros, mordedor.
Llegó el día en el que decidimos que nos íbamos a casar. Al principio estábamos «moviendo los papeles necesarios» con el registro civil y el ayuntamiento, lógicamente, pero poco después ya me surgió la idea de ¿y si me hago yo el vestido?
Los motivos eran muchos: el principal era el tener el privilegio de coser mi vestido de novia, a mi gusto, sencillo, nada recargado, elegante. Otro motivo era el económico, no concibo destinar una cantidad enorme de dinero a un día, que sí, que es único, pero le doy prioridad a invertirlo en otras cosas más duraderas…
Así que me puse manos a la tela, diseñé un vestido con escote en V, manga larga (nos casamos en febrero), ceñido a la cintura, y con falda larga. Jorge me tomó las medidas y yo dibujé los patrones en autoCAD (resulta que soy arquitecta). Olvidaba que antes de coser mi vestido, cosí un prototipo en pequeño para mi muñeca, me parecía un proyecto importante y quería probar en un vestido pequeño cómo era coser una cremallera invisible.